España, como sabemos, es otra historia. El himno, que tenía letra, fue despojado de ella en la transición democrática, y millones de españoles se acostumbraron desde entonces a cantarlo al ritmo del "la, la, la" o del "chunda, chunda, chunda". Y con mucho orgullo, oye, cuando la ocasión lo requería, que básicamente se limitaba (y se limita) a los prolegómenos y/o festejos de importantes eventos deportivos (que es lo que importa y moviliza de verdad, está claro). Los intentos de ponerle letra (el último, en 2008, a instancias del Comité Olímpico Español) se toparon con la feroz resistencia de medio país, harto de que la otra mitad prostituyera un símbolo que es de todos para hacer reivindicaciones político-religiosas. Durante años, mientras Rodríguez Zapatero era presidente, la bandera de todos se usó para manifestarse contra el matrimonio gay; para difundir infamias de connivencia con los terroristas; para eliminar de las escuelas una asignatura de educación cívica...
No, no me van demasiado los símbolos, aunque me sienta lógicamente identificado con alguno, y haya hecho ostentación de ellos en ocasiones señaladas. Y si de himnos se trata, más que cambiar la letra del nuestro, propondría sustituirlo por completo. Uno más acorde con la realidad de España, uno con el que de verdad se identifiquen todos los españoles, más allá de las típicas grandilocuencias de los himnos nacionales. Por ejemplo, esta versión del Gentleman de Psy que el humorista Chema Ruiz presentó el pasado mes de abril de 2013 con un flashmob en el centro comercial Nueva Condomina de Murcia: